La relación entre Juan Carlos Garrido y Jorge Simó es larga, viene de lejos, podría decirse que casi de toda la vida. Ha sido una relación siempre en constante aprendizaje en lo deportivo. Jorge ya era profesor de educación física en el colegio donde Juan Carlos cursaba sus estudios primarios. Sus caminos coincidieron y se entrelazaron cuando Garrido era ya un joven al que le inquietaba el mundo del banquillo y empezaba a entrenar a algunos equipos de la zona. Jorge iba a comer en numerosas ocasiones al restaurante propiedad de los padres del míster verdiblanco. Por aquel entonces, el preparador físico ya formaba parte del cuerpo técnico de Guus Hiddink en el Valencia CF. Cada comida tenía una posterior tertulia entre los dos. Simó le explicaba todo el funcionamiento de los entrenamientos que se aplicaban al primer equipo valencianista, cómo entrenaba el holandés y las claves de sus sesiones. Amante de la metodología y la técnica, Garrido preguntaba constantemente a Simó e iba a presenciar los entrenamientos en directo. El técnico empezaba a interiorizar conceptos que poco a poco hacía suyos. Todos esos conocimientos, Juan Carlos comenzaba a ejecutarlos con sus equipos.

Comenzaba así a forjarse una relación profesional, y una de las razones por la que Juan Carlos se decantó por Jorge Simó para trabajar en el Real Betis. "Entre otras cosas, por eso me ha traído de ayudante al Betis. Él ya no tiene que preocuparse en planificar ni enseñar las tareas porque ya me dice cuatro cosas y yo ya sé lo que él quiere, el tipo de carga, la sucesión de las tareas. En aquella época ya conocía a Juan Carlos y él creyó en esa metodología, fue a ver entrenamientos un montón de veces". Eficacia y eficiencia. Dos conceptos que el técnico verdiblanco busca para su andadura en el Real Betis. El tiempo apremia y el entrenador valenciano no está dispuesto a perder un segundo del reloj con el que calcula la duración de cada uno de los ejercicios de sus sesiones.